Toda nuestra historia fue como una ilusión, algo mágico y algo
tan efímero.
Cuando nos vimos por primera vez no pude evitar quedar
encantada por tus ojos, ojos comunes para muchos, pero para mí eran tan
hermosos y tan sinceros, pero eso no podía decírtelo…ni siquiera te conocía.
De pronto se te cruzo la terrible idea de que fuéramos amigos,
yo negué y te dije que eso no podía ser, tú sonreíste y me abrazaste diciendo
que desde hoy seriamos amigos.
Paso el tiempo y mi comportamiento terco y gruñón era
soportado de una manera increíble por ti, cada segundo me era imposible el no
pensar que era lo que pasaba por tu cabeza.
Un año de amistad y la única persona con la que estaba era
contigo, la gente se sorprendía que ya no estuviera sola y lo miraban a él
compadeciéndolo.
Un día sin más el se me confeso, dijo que estaba enamorado de
mí, yo me sorprendí ya que no me lo esperaba para nada y pensé en que si te
rechazaba nada sería igual y hubiera perdido a mi único amigo, más que por amor
por compromiso acepte…
Estuvimos exactamente 4 meses saliendo, y note tu
comportamiento cambiado, sentía como sonreías por obligación y no por querer,
eso me lastimo pero no dije nada, hice como si todo fuera normal.
Y de pronto paso, en una
de nuestras “citas” me dijiste que no podías más con eso, que ya no soportabas
mentirme ni a ti ni a mí, todo eso lo dijiste mientras llorabas, simplemente te
abrase y un “gracias” salió de mi labios, tú te sorprendiste y lloraste aun más
fuerte.
Creo que esa fue la primera vez que me comporte como una
verdadera amiga, ese día, el día en que te consolé.
Me encargue de dejarte
en tu casa y note los ojos de decepción de tus padres sobre ti, yo solo les
sonreí y les dije que todo estaría bien.
Ya era de noche así que regrese a casa, muy grande para mi
gusto y me dirigí al despacho, toque la puerta y ahí estaba mi padre leyendo
quien sabe que, como siempre.
“padre”
“¿Qué se te ofrece querida?”
“podrías dejar de comprarme amigos”
Mas que una pregunta fue una orden, el bajo su mirada, suspiro
y asintió, le agradecí con la mirada y me largue de ahí, ahora mi próximo
objetivo era mi habitación.
Al llegar a ella saque de una gaveta una foto de ti, y la puse en el gran espejo de mi cuarto, junto a las fotos de
todas las personas que al igual que él fueron compradas por el dinero de mi
padre.
Quizás sea terca y gruñona y la gente le teme a mi padre y por
eso no se me acercan pero esta noche recostada en mi cama pude derramar mi
primera lagrima de felicidad, porque aunque haya sido una ilusión, algo mágico
y efímero…supe que tuve a un amigo real, tan real que él no pudo seguir
engañándome, y le agradezco en el alma, porque con eso el cambio mi mundo, y
por primera vez en mucho tiempo sentí felicidad.
“gracias por decirme que no me amabas”
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